México está frenético con el sueño de ver a Madonna en vivo, tal vez por última vez, tal vez no. Los boletos se vendieron en cuestión de horas y a mí sólo me viene el recuerdo de una jovencita irreverente que contestaba irónicamente: “Yo sólo quiero conquistar el mundo”. Y lo hizo, aún con ese look, aún con esa foto. Madonna es los 80’s y todas las demás décadas.
Un poco de glamour vintage, una pequeña caricia del tiempo y una sonrisa que jamás pasará de moda. Así es la mujer detrás de la bolsa mítica, del cuento de hadas, del encanto suspendido por la nobleza y de la elegancia atesorada dentro del séptimo arte. Muchas facetas, una gran historia, un sólo nombre: Grace Kelly.
Kate Moss y Johnny Depp fueron la pareja que marcó el estereotipo de unos años noventa donde los paparazzi comenzaban a surgir como el enemigo a vencer. Kate ha sido parte importante de las tendencias globales, incluso de aquella que alimenta el morbo ajeno con imágenes de celebridad en apuros. Antes de Doherty estuvo Depp y todavía en estas fechas sigo viendo algo de Moss en Vanessa Paradis (actual pareja de Johnny). ¿Será que inconcientemente quedan residuos de Kate en la mente de Jack Sparrow? No lo sé. Lo que sí sé es que me encantaba esa unión de corazones rebeldes en busca de un alma gemela con mucho estilo. Ojalá nunca hubieran encontrado el pretexto que los llevó a separar sus vidas. Sniff, sniff.
Corría el año de 2001, Carine Roitfeld dejaba Gucci (y a Tom Ford) para unirse al equipo de las grandes editoras de VOGUE, Francia para ella. Su halo de celebridad se guardaba únicamente para los verdaderos amantes de la moda. Pero Wintour, mucho antes del tan aclamado editorial de L’Icône realizado por Roitfeld en aras de Anna y al que muchos le dedicaron un extenso análisis mediático y perverso, “descubrió” a Carine en VOGUE USA (Agosto 2001) como una de las mujeres más chic del Age Issue, dedicándole un artículo realizado por Sarah Mower y fotografiado por Mario Testino.
Carine antes de la idolatría, de Jacqueline Follet (Devil Wears Prada) y de un futuro marcado por la leyenda que escribe de sí misma. Sin duda, eran momentos más simples…
Cuando las modelos dominaban la Tierra… y las portadas.
Añoro el pasado de la moda, aquél en que las imágenes quedaban guardadas en el corazón. Ese tiempo donde había verdaderos amantes y no pretenciosos absurdos que creen saber de moda. A veces hay que pedirle al ayer que nos abrace de nuevo con su nostalgia para saber mirar el presente y así poder construir el futuro. En MM (Manolomoda) nos confesamos víctimas del amor por lo que fue y en esta sección le dedicaremos un tributo a los favoritos de antaño. ¡Shhhh, escuchen! El sonido del suspiro inevitable es maravilloso.
VOGUE Enero, 1990. Fotógrafo: Peter Lindbergh.
