Espero que hayan descansado esas miradas y que estén dispuestos a continuar con el viaje emprendido por los rincones de la presea dorada, tan socorrida en estos momentos y tan olvidada el resto del año. Vayamos pues…
EL ERROR QUE YA NO ES ERROR, PERO QUE SIGUE SIENDO ERROR
Comparado con el look de chocolate galáctico del año pasado (cortesía de André Leon Talley, ¿?), puede decirse que Jennifer Hudson tuvo una ligera mejoría durante esta última entrega. Sin embargo, la actriz y cantante parece no querer alejarse de la dulcería y, para esta ocasión, optó por el blanco malvavisco de Roberto Cavalli. El color no está mal, ni el corte, ni la tela, pero el escote que lleva en la espalda… no quisiera decirlo, pero tampoco es que yo sea una gran persona y la realidad es que le sobra un poco de carnita. Ni modo, su parte trasera no es la ideal para tal acabado.
¡Momento! Ahora me parece entender el por qué del bolerito futurista de la pasada ceremonia. ¡Había que ocultar ese pequeño exceso energético! Perdón, André. No quise dudar de ti.
LO COMENZÓ REESE Y AHORA NADIE PUEDE DETENERLO
Reese Witherspoon acudió a la anterior ceremonia de la Academia vistiendo un modelo de Nina Ricci. El vestido era oscuro, ceñido al estilo de una sirena, strapless, con una cola moderada y enmarcado por joyería de diamantes, ¿les suena familiar? Taaaaaarrrraaaaaaaaaannnnnnnnn:
Definitivamente, Witherspoon no descubrió el agua tibia, pero no puede negarse su influencia. Aquel vestido fue tan aclamado que, seguramente, inspiró a los respectivos De la Renta, Kors y Chanel de Jennifer Garner, Laura Linney y Penélope Cruz. Más vale malo por conocido que bueno “voy a arriesgarme y a ser yo quien marque las reglas”. Ahí será para la próxima, sólo espero que el modelo a seguir no sea el de Jennifer Hudson.
EL DIABLO YA NO SE VISTE DE PRADA
Ahora se inclina por Marchesa y por un “ya merito” interminable. Después de ver la película, quién no envidió el estilo de Anne Hathaway, no creo que hubiera una chica que no haya querido ser Andie Sacks y vestir de Chanel, Dolce, YSL y demás. Pero entonces, con el “fin” del largometraje, se acabó también, el encanto de Hathaway. Es hermosa, de belleza inusual, cautivadora, exitosa, singular y lejana al estereotipo de las niñas malas de Hollywood. ¿Qué falta? Nada. Tal vez sólo sobre el enorme peso de ser la chica que un millón de chicas deseaban ser y, por supuesto, es necesario el regreso mágico de Patricia Field.
DE VANESSA PARA EDITH
Vanessa Paradis y la versión “bonita” de Edith Piaf. Un Chanel espectacular, cabello ondulado, labios rojos y sonrisa tiernamente provocativa fueron los elementos ideales para rendir homenaje a La Vie en Rose. Felicitaciones a la Sra. de Depp por su afrancesado acierto (y por su marido, jeje).
TUBO, TUBO, TUBO
Es bueno saber que Diable y yo tenemos representantes en los Oscars y me refiero nada más y nada menos que a Diablo Cody: ganadora de la estatuilla, guionista, escritora y antigua representante del arte consagrado llamado tabledance. Por si no era de su conocimiento, les comento que este “diablito” trabajó anteriormente como bailarina exótica donde, además de iniciar un romance con el cilindro del buen meneo, adquiró la experiencia suficiente como para escribir acerca de temas prohibidos por las buenas costumbres. En pocas palabras, Diablo Cody es la versión censurada (y con Oscar) de Dita Von Teese.
Esto ha sido todo, bueno no todo, pero sí lo más interesante que encontré dentro de tan predecible evento. Lamento las susceptibilidades heridas, de verdad, pero tengan presente que es por el bien ególatra de la crítica. Ahora sólo nos queda tomarnos de las manos y desear con toda nuestra fuerza que el próximo año las cosas se vean y se vistan un poco mejor. Au revoir!